19 de septiembre de 2016

Autoedición: ¿qué debemos tener en cuenta?

Que el mercado editorial ha cambiado muchísimo en los últimos años es algo que a nadie se le escapa (salvo, tal vez, a algunas editoriales empeñadas en conservar su —cada día más pequeña— parte del pastel). En la actualidad, los libros autoeditados suponen un 50% de los libros publicados en países como EEUU, y en lugares como España también está creciendo a un ritmo vertiginoso. Y es lógico: con las nuevas tecnologías, los autores ya no dependen exclusivamente de unas editoriales que, como buenas empresas que son, solo publican lo que, a su juicio, les va a resultar rentable (y entre lo «no rentable» entra cualquier cosa que no sea una obra muy comercial, dirigida a un público amplio, y firmada por un autor relativamente consagrado). Ahora, el autor puede ver su libro publicado sin necesidad de ese respaldo editorial. Todo son ventajas.



Sin embargo, antes de dar el paso a la autoedición el autor tiene que saber cuáles son sus opciones y con qué se puede encontrar a la hora de publicar su libro por su cuenta.

En primer lugar, una máxima que deberían tatuarse a fuego en la cabeza todos los autores, tanto si buscan edición convencional como si prefieren autopublicarse: NO ES NECESARIO PAGAR POR PUBLICAR. No hay que pagar nada para ver un libro publicado. Sí es necesario invertir, y ahora detallaré un poco en qué y cómo, pero mucho cuidado con esto: cuando alguien se presenta como una editorial y os dice que tenéis que pagar x dinero por publicar, desconfiad.

Como decía, sí hay que invertir. Hay que invertir en corrección, maquetación, diseño, impresión, distribución y promoción. En el caso de las editoriales, esta inversión la realizan ellas al 100% (son las editoriales las que arriesgan su dinero, no el autor), de ahí que diga que si alguna supuesta editorial os pide que paguéis lo mejor es que huyáis o, al menos, desconfiéis. Existe una modalidad de coedición en la que editorial y autor se reparten la inversión, pero es una zona muy gris y, con mucha frecuencia, es el saco en el que se esconden todas las editoriales-estafa que buscan sacarle el dinero al autor novel (más adelante me extenderé en esto); obviamente, no todas las empresas que ofrecen coedición van a intentar estafaros, pero hay unas cuantas que sí. De modo que mucho cuidado.

En el caso de la autoedición, el que debe invertir (dinero y/o tiempo y esfuerzo) en estas tareas de edición es el autor. Y la mejor forma de invertir sabiendo en lo que se invierte y sin dejarse la economía por el camino es conocer bien todo el proceso y saber a quién dirigirse para llevarlo a cabo.

Sabiendo lo que tiene que hacer para publicar, cuál es el proceso que debe llevar a cabo, un autor puede optar por buscar una empresa de autoedición (alguien que le lleve a cabo todo el proceso por un precio pactado de antemano), buscar profesionales que lleven a cabo cada una de esas tareas (corrección, diseño, maquetación, impresión y distribución en el caso de ejemplares físicos, promoción), o hacérselas todas él mismo. Esto último no es recomendable: no todos sabemos hacerlo todo de forma profesional, y un escritor puede ser magnífico con las palabras y un auténtico torpe con los pinceles.

Conociendo la experiencia de muchos autores autopublicados (y la de algunos miembros de nuestro equipo que también lo han hecho), la opción que nos parece más sensata y económica es comenzar publicando la novela en alguna de las grandes plataformas de venta virtual (por ejemplo, Amazon). ¿Por qué? Porque el proceso se simplifica y, sobre todo, se abarata considerablemente: el autor no tiene que invertir ni en impresión de una tirada de ejemplares ni en la distribución de esos ejemplares: en esas plataformas se puede publicar en los dos formatos, ebook y libro físico, pero el libro físico se publica en impresión bajo demanda (la librería imprime el ejemplar cuando lo vende, no se imprimen tiradas por adelantado). La única inversión que el escritor tendrá que hacer es la del proceso de edición (corrección, maquetación, diseño), y no tendrá que poner un duro más. No se agotarán jamás los ejemplares, y no tendrá el quebradero de cabeza de pensar en la tirada y la distribución, ni por supuesto invertir un dineral en ellas, que es lo que más encarece el proceso de publicación. Y, más adelante, en caso de éxito arrollador, quizá pueda plantearse invertir en contratar a un buen distribuidor e imprimir una tirada de ejemplares para las librerías tradicionales.

Esa es nuestra experiencia. No obstante, si un autor aún quiere verse en las librerías, tendrá que optar por contratar también esa impresión de tirada y distribución de ejemplares. Y, como en los demás puntos del proceso, puede optar por hacerlo él mismo o dejar que una empresa le haga todo el proceso. De nuevo, cuidado. Es mejor tener las cosas claras desde el principio:

¿Qué tirada hacer? Para que un libro llegue a todas las librerías, o al menos se distribuya en condiciones, la tirada tiene que ser muy grande. Y, mal que nos pese, es muy probable que un autor que hace una tirada grande se la coma sin empujar con pan (y pierda la inversión, claro), porque distribuir en las grandes librerías no es garantía de venta: hay que promocionar mucho para vender 500-1000 libros, y con 1000 libros no se llega a todas las librerías, ni muchísimo menos. Quizá lo más sensato sea hacer una tirada de 200-300 ejemplares y que el autor se encargue de distribuirlos él mismo, aunque también sería bueno advertir que muchas librerías tienen reparos a la hora de aceptar libros autopublicados en depósito. Si se desea hacer una tirada más grande, la empresa de autoedición que se encargue debe cubrir en el presupuesto bien clarito la distribución masiva en librerías tradicionales y virtuales, servicios de prensa, marketing y promoción. Y cuidado, porque la mayoría no lo hacen.

En el caso de que el autor opte por esta modalidad (la de buscar una empresa de autoedición que se encargue de todo el proceso, incluida la distribución, venta y promoción), es importantísimo tener en cuenta unos cuantos factores:

Para empezar, hay que comparar presupuestos. Es una inversión grande (debido sobre todo a la tirada y distribución), de modo que el escritor no debe quedarse con el primer precio que le ofrecen. Ni el más barato es el mejor, ni lo es el más caro. Además, es importante que el autor compruebe que la empresa se mueve con claridad y transparencia: que deje claro que se trata de una empresa de autoedición o coedición, y que el autor tiene que pagar por sus servicios. Si no lo hace, sospechad.

Siempre con la suspicacia por delante (mejor ponerse una vez colorado que ciento amarillo), mucho cuidado con dar demasiados datos a estas empresas. Si pedís un presupuesto, lo único que esa empresa necesita es vuestro e-mail. Al menos, hasta que no haya un contrato firmado.

También es aconsejable que el escritor compruebe por sí mismo el servicio que da la empresa en cuestión. Buscad, preguntad, comprobad: seguro que hay otro compañero que ha trabajado con ellos, o al menos que ha contactado con esa misma empresa. Más vale preguntar a tiempo que lamentarse después. O pide a la empresa que te envíe algún ejemplar que haya publicado, para comprobar la calidad por ti mismo.

Por supuesto, lo más importante: el contrato. Puede que la autoedición no sea una edición convencional, pero la contratación de unos servicios masivos siempre implica la firma de un contrato. Leedlo bien, y en la medida de lo posible pedid que os lo envíen por correo (es preferible poder meditar las cláusulas con tranquilidad, sin la presión de estar en presencia de la otra parte contratante; esto, por cierto, vale para cualquier contrato que firméis en vuestra vida). Y nada de viajar a otra ciudad para firmar ese contrato: es una treta habitual, la de obligar a alguien a costearse un viaje para que luego le dé reparo negarse a firmar aunque las cláusulas hayan cambiado o no le convenzan.

Estamos hablando de autopublicación, de modo que es muy importante que os aseguréis de que la tirada de ejemplares pasa a vuestra propiedad una vez que la paguéis. Ese contrato no puede incluir cláusulas como, por ejemplo, un porcentaje de cada venta destinado a la editorial (algo que sí es obligatorio en edición tradicional): vosotros habéis pagado por la impresión de esos ejemplares, de modo que son vuestros. La empresa ya ha cobrado. Que no os cobre más.

Como veis, buscar una empresa de autoedición o coedición es un camino lleno de riesgos, y por desgracia hay muchos que se aprovechan de las ilusiones de los autores para sacarles el dinero. Empresas que aseguran a un autor novel que su novela es lo mejor desde la invención de la Nutella y que le garantizan un superventas para obligarle a pagar un pastón por un servicio que luego no dan; empresas que incluyen en las cláusulas la obligación de que el autor venda x ejemplares en un día o, en caso contrario, se verá obligado a pagarlos de su bolsillo; empresas que garantizan una distribución mundial y luego solo distribuyen en su pueblo. Las hay a patadas, así que mucho cuidado.

Es por eso que nuestra recomendación es que el escritor que quiere autopublicar lo haga por su cuenta. Es mucho más económico y tiene muchos menos riesgos buscar a un profesional para cada punto del proceso (un corrector, un maquetador, un diseñador) o contratar a ese profesional a través de una empresa de servicios editoriales, y controlar todo el proceso de primera mano, sabiendo exactamente lo que hace con su dinero y dónde y cómo lo invierte.